Llevo escribiendo toda mi vida, pero de ahí a pensar que podría escribir algo más que un relato corto, va un abismo. El gran problema al que me enfrento siempre es la verosimilitud. Tengo la necesidad enfermiza de que todo cuanto plasmo en el papel tenga un halo de verdad, da igual el tema, pero me lo tengo que poder creer. Se puede decir que "Ecos de Marte" es la primera novela que termino, pero no es la primera que escribo.
Hace tiempo le di a mi mujer un relato corto para que lo leyera. Tras unos minutos me mira y me dice:
-¿Y el resto?
-¿Cómo que el resto? -pregunté sorprendido- Es un relato corto...
-De eso nada, no puedes dejarlo así, yo quiero enterarme de toda la historia...
Carpeta de documentación de "Paria", ahí es na... |
Y quién me manda a mí a meterme en estos berenjenales. Pues mira, lo hago porque disfruto como un enano leyendo, investigando, descubriendo datos que le dan más "verdad" a lo que escribo. Hay algo de magia en escribir. Me ocurre en ocasiones: me invento una parida; pero una parida de las gordas, de esas de las que pienso "Ni de puta coña me va a cuadrar esta burrada..." Pero mira tu por dónde me pongo a indagar y descubro maravillado, como quien presencia un truco de magia (de los buenos, de esos que te dejan el culo torcido) que la barbaridad inverosímil expulsada de mi cerebro, tiene más sentido del que pensaba. Si no ¿Cómo iban a estar relacionados Bridgton, Sergio Bertolucci y un pequeño pueblo de Galicia llamado O Cebreiro? (Lo sabréis cuando termine Kamino).