lunes, 16 de octubre de 2017

Plántale un fin... Con dos cojones

Me pregunto qué demonios le ocurre a los autores hoy en día. Me da la impresión de que se agotan escribiendo novelas y al llegar al final, están sin ideas, sin energía...

Hace unos días terminé de leer The girl with all the gifts de M.R. Carey y lo que pudo ser una buena novela de temática zombi, se convirtió en un chasco más, fruto de la desidia de los autores.

La novela, plantea una pandemia por  una infección con una variante el hongo del tipo Ophiocordiceps que ha sumido al mundo en un caos. Un reducto de humanos permanece atrincherado en una instalación militar, donde está estudiando por qué el hongo no ha afectado por igual a adultos y niños.

Tiene un planteamiento interesante y unos personajes con los que empatizas rápidamente. La acción es frenética y posee momentos de tensión brillantes. Pero a medida que nos acercamos al desenlace la novela pierde aire.

No sé a qué se debe: si la editorial limitó el número de páginas, si el final no está claro a la hora de escribirlo... La cuestión es que es un final torpe, precipitado y predecible. Lo peor es que está escrito como si pretendiese sorprender al lector, creando un giro final inesperado. Pero nada más lejos de la realidad. A mi juicio este final deja tan mal sabor de boca que emponzoña lo que disfruté mientras la leía.

Soy de la opinión que un buen final puede salvar una novela floja y viceversa. Pero parece que se ha vuelto una moda últimamente. Recuerdo novelas que te llevan a un clímax increíble, para después descender vertiginosamente hacia un apoteosis final espectacular. Ahora tenemos novelas con planteamientos originales, con desarollos brillantes pero que van perdiendo el fuelle a medida que llegamos a las últimas páginas, cayendo en una resolución en (con suerte) veinte escasas páginas. 

La primera vez que noté esta situación fue con la novela CELL de mi (ya no tan) adorado Stephen King. Curiosamente, también en esta novela se desata una especie de apocalipsis Z provocado por el Pulso, una señal transmitida por los teléfonos móviles.

Recuerdo haber devorado aquella novela en un par de días y al llegar al final quedarme pasmado. Curiosamente había varias páginas en blanco y supuse que mi ejemplar había sufrido un fallo de imprenta. Fui a la librería donde había comprado el ejemplar y comprobé el resto. Todos tenían el mismo fallo. Varias páginas en blanco al final. Visité varias librerías más buscando alguna edición diferente de la novela y encontré una en inglés. Me dirigí presuroso hasta el final, para corroborar que la novela que yo había comprado estaba mal. Y allí estaba, el mismo final de mi libro. Abrupto y anticlimático.
Stephen King,  con sus dos grandes testículos dorados, le había plantado un FIN por la cara.

De camino a casa, mi cabreo fue aumentando y entre maldiciones y odios tomé una decisión: aprovecharía aquellas páginas en blanco para escribir yo mismo un final a aquella novela. Así lo hice. Hoy en día, mi ejemplar de CELL es único. El mío, tiene un final en condiciones.

P.S. Puede ser que sufra de soberbia. O a lo mejor soy un lector demasiado exigente. O, tal vez, como "escribiente" pugno con el autor por no acabar la novela como yo lo habría hecho. Esto no es más que una opinión. Nada más. O tal vez sea una pataleta. Lo que prefieras.



martes, 1 de agosto de 2017

El problema con las trilogías.


Ya hemos visto que es cuestión de modas: vendemos una novela en tres partes y así prolongamos su "vida". Es una buena estrategia, no lo pongo en duda y ha funcionado, sobre todo en la literatura juvenil. Pero para analizar esta cuestión usaré dos trilogías: la que inicia "La quinta ola" de Rick Yancey y la trilogía Reckoner de Brandon Sanderson.

Siempre intento enfrentarme a una nueva novela en "modo lector" y guardo a mi escritor pedante y sabelotodo interior en algún cajón de mi despacho. Por eso me considero un bibliófago, soy la Linda Lovelace de las novelas: me lo trago todo y entero (menos el Ocho de Katherine Neville, eso es intragable). Pero cada vez que empiezo a leer una novela me asalta siempre la misma duda, más intensa si me enfrento a una trilogía ¿Sabe el creador hacia dónde va su historia?

En alguna ocasión he notado que el autor intenta estirar la trama más allá de lo que tenía pensado en un inicio y es lo que ocurre con la novela de Yancey; a medida que lees te das cuenta de que comienzan a crearse flecos en la trama que quedan ondeando al viento sin que, en ningún momento, el autor vuelva a retomarlos. La novela se va convirtiendo en una serie de peripecias aleatorias, hacia un destino incierto que (y lo percibo mientras leo) me llevará a un cliffhanger para tratar de engancharme al siguiente volumen.

Bien, para que un cliffhanger tenga efecto, debe dejarme sentado en el sofá, en estado catatónico y con la respiración entrecortada. Debe ser como un polvo salvaje; que te deje sudado, jadeante y con ganas de más. Y es donde la gran parte de estas trilogías pinchan. Algo que Sanderson parece manejar con más tino. En su trilogía y durante las tres novelas, vemos una trama central que tiene un objetivo claro, sin embargo cada libro es una aventura independiente que cala en los personajes y les hace evolucionar. Cada libro cierra un arco argumental secundario y alimenta la trama principal, que se desarrolla generando cada vez más interés por llegar al desenlace final.

Tras terminar de leer, mi escritor pedante y sabelotodo interior aflora y prende su antorcha. Debo reconocer que él es mucho más crítico que mi yo lector (y siempre le dejo hablar, pero casi no le escucho).

Las trilogías están matando la ficción. Casos como "El Nombre del viento" de Patrick Rothfuss que cada vez parece más difícil que lleguemos a disfrutar del final de las aventuras de Kvote. La salida de cada parte se prolonga en el tiempo y tratan de repetir una y otra vez la técnica Harry Potter para conseguir más ventas (sin tener en cuenta que no tienen una J.K. Rowling ni un Harry Potter entre manos).

Debo reconocer que el ebook me ahorra mucho dinero en trilogías que después no son lo que esperaba pero cuando te haces con alguna serie de libros, esperas que tu inversión quede compensada. Reconozco que no puedo reducir el extenso mundo de las trilogías literarias a estos dos ejemplos, pero me sirven para ilustrar esa pequeña impresión que me reconcome. 

viernes, 16 de junio de 2017

Escribiendo una novela I

Escribiendo una novela I o ¿Quién coño me mandaría a mí a meterme en estos berenjenales?

 Llevo escribiendo toda mi vida, pero de ahí a pensar que podría escribir algo más que un relato corto, va un abismo. El gran problema al que me enfrento siempre es la verosimilitud. Tengo la necesidad enfermiza de que todo cuanto plasmo en el papel tenga un halo de verdad, da igual el tema, pero me lo tengo que poder creer. Se puede decir que "Ecos de Marte" es la primera novela que termino, pero no es la primera que escribo.

Hace tiempo le di a mi mujer un relato corto para que lo leyera. Tras unos minutos me mira y me dice:

-¿Y el resto?
-¿Cómo que el resto? -pregunté sorprendido- Es un relato corto...
-De eso nada, no puedes dejarlo así, yo quiero enterarme de toda la historia...

Carpeta de documentación de "Paria", ahí es na...
Y así comencé a escribir "Paria" (y aún sigo). Poco a poco he ido creando un mundo a mi historia, donde la realidad se mezcla con la ficción... Y aquí es donde empieza mi lucha. Llevo escritas más de trescientas páginas y la documentación que he reunido en este tiempo  pesa el triple...

Y quién me manda a mí a meterme en estos berenjenales. Pues mira, lo hago porque disfruto como un enano leyendo, investigando, descubriendo datos que le dan más "verdad" a lo que escribo. Hay algo de magia en escribir. Me ocurre en ocasiones: me invento una parida; pero una parida de las gordas, de esas de las que pienso "Ni de puta coña me va a cuadrar esta burrada..." Pero mira tu por dónde  me pongo a indagar y descubro maravillado, como quien presencia un truco de magia (de los buenos, de esos que te dejan el culo torcido) que la barbaridad inverosímil expulsada de mi cerebro, tiene más sentido del que pensaba. Si no ¿Cómo iban a estar relacionados Bridgton, Sergio Bertolucci y un pequeño pueblo de Galicia llamado O Cebreiro? (Lo sabréis cuando termine Kamino).

domingo, 11 de junio de 2017

Mis diez imprescindibles.

El Cuervo. Edgar Poe. No es un libro, es un poema... Pero es Poe y nunca falta entre mis libros... Lo llevo hasta en la piel.
La lectura es parte de la creación literaria, y esta es una pequeña lista de los libros que no pueden faltar en mi biblioteca.

  1. El Hobbit, J.R.R. Tolkien. Probablemente la primera novela de fantasía que leí.
  2. Historias Fantásticas y El umbral de la noche. Stephen King. Recopilación de relatos del Maestro del Terror. Fue el prólogo de John D. Macdonald probablemente una de las razones por las que empecé a escribir.
  3. Las Brigadas del Espacio.  Robert A. Heinlein. Una de mis novelas distópicas favoritas.
  4. 1984. George Orwell. Qué decir de esta distopía... Puede que la "postverdad" se parezca a la Neolengua  más de lo que queremos.
  5. La luz fantástica. Terry Pratchett. La primera novela de Mundodisco que cayó en mis manos y ya no pude deshacerme de ella.
  6. Las aventuras de Arthur Gordon Pym. Edgard Poe. A parte de mi amor por Poe, esta novela reune a tres grandes: Poe, Julio Verne y Lovecraft. Verne escribió La esfinge de los hielos como continuación a la novela de Poe. Lovecraft con En las montañas de la Locura , sigue los pasos del diario de Arthur Pym para desvelar el terrible misterio. Tres genios unidos por una misma historia, cada uno en su estilo.
  7.  Buenos presagios o Las buenas y acertadas profecías de Agnes la Chalada. Es un libro escrito entre Terry Pratchett y Neil Gaiman. Bueno, digamos que la hora del Apocalipsis ha llegado. Pero el Apocalipsis con mayúsculas. Digamos que ya está todo planeado para la llegada del Anticristo. Pero el Anticristo con mayúsculas. Y digamos que cierto demonio ha metido la pata pero hasta el fondo y tal vez, sólo tal vez, las cosas puede que no salgan como estaban previstas.
  8. Crónicas Marcianas, Ray Bradbury. Esta novela fue la primera de Ciencia Ficción que leí y ahora sé el "daño" que me hizo. Expandió mi mente a universos maravillosos. De ahí surgió mi primera novela "Ecos de Marte".
  9. Cabal,  Clive Barker. Quién puede resistirse a la llamada de Midian. Yo no.
  10. Leyendas, Becquer. Nos obligaron a leerla en el cole... Relatos de terror, fantasmas... Así salí ¿Qué esperaban?
¿Cuales son los tuyos?