Ya hemos visto que es cuestión de modas: vendemos una novela en tres partes y así prolongamos su "vida". Es una buena estrategia, no lo pongo en duda y ha funcionado, sobre todo en la literatura juvenil. Pero para analizar esta cuestión usaré dos trilogías: la que inicia "La quinta ola" de Rick Yancey y la trilogía Reckoner de Brandon Sanderson.

En alguna ocasión he notado que el autor intenta estirar la trama más allá de lo que tenía pensado en un inicio y es lo que ocurre con la novela de Yancey; a medida que lees te das cuenta de que comienzan a crearse flecos en la trama que quedan ondeando al viento sin que, en ningún momento, el autor vuelva a retomarlos. La novela se va convirtiendo en una serie de peripecias aleatorias, hacia un destino incierto que (y lo percibo mientras leo) me llevará a un cliffhanger para tratar de engancharme al siguiente volumen.

Tras terminar de leer, mi escritor pedante y sabelotodo interior aflora y prende su antorcha. Debo reconocer que él es mucho más crítico que mi yo lector (y siempre le dejo hablar, pero casi no le escucho).
Las trilogías están matando la ficción. Casos como "El Nombre del viento" de Patrick Rothfuss que cada vez parece más difícil que lleguemos a disfrutar del final de las aventuras de Kvote. La salida de cada parte se prolonga en el tiempo y tratan de repetir una y otra vez la técnica Harry Potter para conseguir más ventas (sin tener en cuenta que no tienen una J.K. Rowling ni un Harry Potter entre manos).
Debo reconocer que el ebook me ahorra mucho dinero en trilogías que después no son lo que esperaba pero cuando te haces con alguna serie de libros, esperas que tu inversión quede compensada. Reconozco que no puedo reducir el extenso mundo de las trilogías literarias a estos dos ejemplos, pero me sirven para ilustrar esa pequeña impresión que me reconcome.